miércoles, 25 de mayo de 2011

Visión enmarcada en la antropología de A. Gehlen



En la visión antropológica de Arnold Gehlen, expresada en su libro "El hombre", éste hace referencia al ser humano como inacabado, y necesitado de una explicación de sí mismo, de quién es, esta noción es observable en casi todas las visiones antropológicas en psicología, dado el hecho que cualquier teoría psicológica es, en principio, un intento de conocer y dar respuesta a lo que el sujeto humano hace en el mundo y sus porqués. Otra de las ideas de Gehlen son las del hombre como un ser práxico, ante esto, es necesario destacar la perspectiva social de esta praxis, cuya máxima expresión se ve en el concepto actual de "trabajo", Jung considera al hombre un ser social, o dispuesto para vivir en sociedad, y aunque no enfatiza su papel como hombre hecho para el trabajo (como en algún sentido hace Freud cuando afirma que el hombre sano es aquel capaz de "trabajar y amar"), podemos asumir que el hombre concebido por Jung es un ser que modifica su ambiente dada su inadaptación biológica, propia de la especie.
 Ante este punto es vital detenerse, y es que el afirmar que una especie esta inadaptada deja la duda de ¿cómo es que mantiene su vigencia como especie hoy?, para responder a esto es necesario hacer un paseo por la evolución filogenética de las especies, y observar como distintas filas, clases y familias se dispersaron por distintos nichos biológicos y desarrollaron habilidades muy específicas (como una asombrosa visión nocturna, un agudo olfato, un cuerpo morfológicamente capaz de volar o alcanzar altas velocidades, cola, garras, colmillos) apropiadas para sobrevivir en su medio, para adaptarse. Todos somos testigos de esta carencia en el Homo sapiens, poseemos uñas bastante débiles, nuestra piel apenas posee pelaje y nuestros sentidos, aunque variados, están limitados a espectros determinados... ¿Cómo es posible pues, que seamos una de las especies dominantes del planeta tierra? 
La respuesta se centra en otro de los puntos destacados por Gehlen, y tras muchas discusiones, considerado exclusivo del ser humano, nos referimos al lenguaje: la capacidad de utilizar representaciones simbólicas de aspectos de la realidad en distintos momentos del tiempo. Esta capacidad, dada por una confluencia de especificidades biológicas, históricas y comportamentales, se ve reflejada en la concepción de hombre de Jung, cuya teoría se destaca, entre otras cosas, por el uso del constructo de los Arquetipos, los cuales hacen referencia a abstracciones simbólicas de elementos compartidos por la humanidad como la noción de madre, muerte, sombra, entre otros. Solo un animal con la capacidad de abstracción dada por el lenguaje puede poseer elementos como los arquetipos de Jung, por lo que es evidente que en su visión de hombre, una de las distinciones entre el animal y el hombre es su capacidad de simbolización vista en el lenguaje. 
Y partiendo de este punto es necesario puntuar como Jung consideraba que la humanidad entera poseía un ente que los conectaba y comunicaba en base a la expresión de ciertos símbolos en los sueños y mitos culturales, el Inconsciente colectivo, éste postulado se relaciona con la afirmacion de Gehlen de que la base de todo trabajo es la comunicación, y que ésta necesaria para el mantenimiento de una sociedad adaptada.

Pese a que Jung rechaza la existencia de "instintos" al estilo freudiano (más adecuadamente llamados pulsiones) admite que existe una herencia evolutiva, un reservorio de nuestra herencia como especie de significados de elementos presentes desde muchas generaciones atrás, como el concepto de madre, de necesidades sexuales, de muerte entre otros. Este concepto es contrario al de tábula rasa, del hombre que viene en blanco y aprende todo a cuanto es expuesto, deja al hombre como poseedor de una carga ancestral en esa psique colectiva que describe, pese a esto Jung no exhibe al sujeto humano como sometido ante pulsiones o deseos que necesita satisfacer, no es un animal que debe comer y tener sexo cuando lo desea, y no hay una parte del si mismo esperando por soltar todas estas acciones, el hombre de Jung es un hombre que sueña y en sus sueños lucha consigo mismo, es un hombre que concibe como malo (Arquetipo de la sombra) todos nuestros rasgos más primitivos y animales, esto es una muestra evidente del control que el ser humano ejerce en si mismo, para no llevar a cabo conductas que alterarían el orden social o que para él podrían ser concebidas como socialmente inadecuadas. El hombre de Jung es entonces un hombre que posee una herencia, a la que teme a veces, pero también puede controlar y desviar en actos más humanos. 
Esto inevitablemente nos lleva a pensar en un hombre consciente, que sin tanto énfasis en la percepción y procesos cognitivos sobre si mismo, como apunta Gehlen, es un hombre capaz de diferenciarse de los demás, posee una mente consciente, expresada en el Yo Junguiano; no es sólo un repertorio biológico de respuestas, ni un espejo que refleja toda estimulación ambiental, es un ser capaz de actuar por su cuenta, y con pensamientos, emociones y vivencias individuales y colectivas recolectadas en su psique. 
Para concluir, el hombre de Jung, es el producto de una evolución, con una herencia biológica que no puede borrar y que lo afecta incluso en lo psicológico, aún así no se ve determinado o controlado por su biología, si no que es capaz de construir un mundo de símbolos, que comparte con los otros y que lo hacen un ser social. La cultura para Jung es producto de esta herencia, pero al verse expresada y materializada en nuestras prácticas, mitos, tradiciones, cuentos, creencias y religiones, ya no es biológica, se hace social, se hace humana, hace al hombre según Jung. 

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